Diócesis de Fontibón
Parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
Lecturas del día jueves, 12 de junio de 2025
Is 6, 1-4. 8
Santo, santo, santo es el Señor del universo
Lectura del libro de Isaías.
EN el año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto
a él estaban los serafines, cada uno con seis alas: con dos alas se
cubrían el rostro, con dos el cuerpo, con dos volaban, y se gritaban uno
a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».
Palabra de Dios.
o bien:
Heb 2, 10-18
El santificador y los santificados proceden todos del mismo
Lectura de la carta a los Hebreos.
HERMANOS:
Convenía
que Dios, para quien y por quien existe todo, llevara muchos hijos a la
gloria perfeccionando mediante el sufrimiento al jefe que iba a
guiarlos a la salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos, pues dice:
«Anunciaré tu nombre a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré».
Y también:
«En él pondré yo mi confianza».
Y de nuevo:
«Aquí estoy yo con los hijos que Dios me dio».
Por
tanto, lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre,
así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar
mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar
a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos.
Noten
que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso
tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote
misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados
del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación,
puede auxiliar a los que son tentados.
Palabra de Dios.
Sal 22, 2-3. 5. 6 (R.: 1b)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.
V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
Jn 17, 1-2. 9. 14-26
Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre,
ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique
a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida
eterna a todos los que le has dado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos.
Yo
les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del
mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco
yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por
ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean
santificados en la verdad.
No solo por ellos ruego, sino también por
los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno,
como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he
dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos
uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo
que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como
me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado
estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste,
porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el
mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú
me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para
que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor.