Diócesis de Fontibón
Parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
Lecturas del día martes, 29 de abril de 2025
Hch 4,32-37
Un solo corazón y una sola alma
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
EL
grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie
llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los
apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho
valor. Y se les miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había
necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el
dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se
distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
José, a quien los
apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que
era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el
dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.
Palabra de Dios.
Sal 93(92),1ab.1c-2.5 (R. 122[121],3)
R. El Señor reina, vestido de majestad.
O bien:
R. Aleluya
V. El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R.
V. Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R.
V. Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R.
Jn 3,7b-15
Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tienen
que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero
no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del
Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?».
Le contestó Jesús:
«¿Tú
eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te
digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos
visto, pero ustedes no reciben nuestro testimonio. Si les hablo de las
cosas terrenas y no me creen, ¿cómo creerán si les hablo de las cosas
celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el
que cree en él tenga vida eterna».
Palabra del Señor.